El mal sonido del Festival

24/9/16 0 comentarios ¡Deja tu comentario aquí!


Por: Raymon Guillermo Sales Contreras. “…Ya comienza el Festival, vinieron a invitarme, ya se van los provincianos que estudian, conmigo; ayer tarde que volvieron preferí negarme, pa' no tener que contarle a nadie mis motivos.

Yo que me muero por ir y es mi deber quedarme, me quedo en la capital por cosas del destino; Porque el medio de mis viejos es tan humilde, que me dan para venirme y en diciembre regresar, encerrado temblando escribí una letra, que detallen mi tristeza mi ausencia sentimental…”.

Otra versión más del Festival en mi Villanueva del alma, evento que por su tradición y cultura es merecedor de despertar todas las expectativas en lo que a juglares, dinastías, nuevas generaciones y verdaderos exponentes folclóricos y culturales representa al momento de ubicarnos como la Cuna de Acordeones y grandes exponentes de la música vallenata, eso es lo que dice la historia.

Comienzo este relato con resaltar el esfuerzo de los organizadores de la versión que acaba de finalizar y la disposición del pueblo villanuevero de volcarse todavía a los eventos y espacios culturales y folclóricos que hicieron parte de la agenda correspondiente a los 4 días del que fuera en su momento uno de los mejores festivales de la región.

Pero con tristeza tengo que manifestar que el ambiente que se evidenció en todos los espacios desarrollados, generó mucha inconformidad en lo que correspondió al inicio de los concursos y la logística necesaria o mínima para asegurar su cabal cumplimiento encaminado a la satisfacción del público presente, se pudo observar mucha improvisación derivada de la falta de planeación o de prevención en algunos casos.

Pero esta narración no solo es para dejar en conocimiento las situaciones deficientes o identificables como observador del evento, es para consignar lo importante que es informar a la ciudadanía con anticipación de las situaciones que se pueden presentar al momento de realizar estas actividades que si bien no fueron del todo eficaces, se notó un esfuerzo para que no se cancelaran y se cumplieran en la intención de sus programadores.

¿Yo no sé qué está pasando con el Festival Cuna de Acordeones, no tengo conocimiento de cuál es la metodología implementada para la realización de cada versión que lleva un año de anticipación para su organización y programación?, es necesario que se acabe el sin sabor que existe con la junta actual que no goza de la credibilidad y el posicionamiento necesario para poder convencer al pueblo villanuevero de lo que hoy en día ocurre con su manifestación insigne en lo que a folclor y cultura representa.

Invito a la reflexión para que rescatemos todo lo bueno que nos deja esta última versión del festival y sobre esas anécdotas, experiencias y debilidades, saquemos las oportunidades de mejora que nos permitan asegurar la eficacia, eficiencia y efectividad que conlleven a no tener ese mal sonido que hoy hace eco en nuestro pueblo y que solo arroja desacredito y apatía en nuestros coterráneos que hoy ven como se pierde el posicionamiento de lo que fuera el mejor evento cultural de la región.

Con el cariño y el respeto de siempre.

Raymon Guillermo Sales Contreras.

Columnista Villanueva mi@.

La paz, es un bien público.

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Por: Hernán Baquero Bracho. El Estado moderno en la versión de Hobbes surgió para evitar la autodestrucción de la sociedad dada la situación de guerra de todos contra todos, que era, a su vez, la inevitable situación de los seres humanos como producto de su egoísmo, de sus apetencias y deseos de acumulación y de denominación.

En la versión Hegeliana de la historia, la sociedad civil vive una situación de continua confrontación entre los intereses privados y por ello el momento positivo de la sociedad no se encuentra en la sociedad civil sino en el Estado, en donde debería materializarse el interés general, el interés público, es decir, el interés de todos o cuanto menos de la mayoría.

Pero también en las teorías contractualitas de poder, y pese a que su punto de partida es el opuesto, esto es, que los nombres en el estado de naturaleza vive en estado de armonía, recordemos aquí a Locke, siendo que postulan el Estado mínimo, sin embargo reconocen al igual que Hobbes y Hegel, que al Estado moderno deberá garantizar un mínimo de derechos dentro de los cuales ocupa el primer lugar el derecho a la vida.

La realidad, sin embargo, para nuestro caso, es que el Estado no garantiza ni siquiera un mínimo de derechos sociales y económicos – la ciudadanía social mínima -. Ni siquiera garantiza el derecho a la vida. Tal es el caso de nuestro país en el que se registran miles de asesinatos cada año, en donde el secuestro volvió a tomar auge, en donde hay una población cercana al 50% en situación de pobreza, en fin, en donde habría que poner en duda la existencia misma del Estado y de su legitimidad.

En la vieja declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, aquella aprobada por los constituyentes franceses el 14 de agosto de 1789, se dice con toda claridad que el Estado que no garantiza el derecho a la vida para sus asociados no tiene derecho a su existencia ni puede reclamar derecho alguno frente a los ciudadanos que se encuentran precisamente desprotegidos (art. 16). ¿Qué podríamos decir de nuestro Estado?

Esta reflexión viene a colación para referirnos a la necesidad que tiene la sociedad civil de retomar con fuerza la tarea de construir la paz. La paz deberá ser el resultado de transformaciones en el poder político, la recuperación de la política para que trabaje en dedicación con el bien común, en la materialización de los derechos de los excluidos, de los marginados. La sociedad civil y su agenda deben reflejar el empeño de trabajo para la superación de la pobreza y del “apartheid” social que vive la sociedad colombiana, por ello, debemos decirlo con claridad, la paz no será el resultado de las negociaciones entre la insurgencia armada y el gobierno, sino que brotará de la justicia social, de la lucha por la supresión de la exclusión y de la pobreza, y, obviamente del silenciamiento de los fusiles.

La paz en Colombia será el resultado de un nuevo contrato social, que tenga en su centro la refundación de la nación misma, la materialización de los intereses comunes, de los intereses del público.

La paz es un bien público y como tal corresponde a la esencia misma del Estado, de un estado al servicio de los intereses de los excluidos, de los marginados. Por ello se deben hacer grandes inversiones, lejos de ponerse al servicio de los grandes capitalistas, deberán ponerse al servicio de la economía campesina, de los millones de marginados que viven en la pobreza y en la extrema pobreza, de la redención de los más necesitados. Si esta es la base, la paz estará cerca, sino es así la paz, estará muy lejana.

Pensar en una paz democrática, supone necesariamente tomar en serio, quizás por primera vez en la historia del país, los intereses de las mayorías excluidas y marginadas.

Hernan Baquero Bracho

Villanueva mi@

 
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